miércoles, 20 de enero de 2016

Petunia - Laura Olivera, Saurio & Koller


Me gustaba esa manera de mirarme que tenía Petunia. A decir verdad, era bastante fea y de no haber sido por el azar de la vida, jamás hubiéramos terminado viviendo bajo el mismo techo. Pero lo cierto es que con el tiempo había aprendido a quererla y a dejarme entretener por sus modos sensuales y sus ojos amarillos. Ella era feliz viviendo junto a mí y yo, en cierto modo, también lo era. De hecho, ella me amaba, y lo sé porque me lo dijo el día en que el zoológico cerró y nos separamos para siempre. 
—Te amo. —Así me dijo, sin sutilezas ni subterfugios, porque así era Petunia, directa y simple. Luego agregó lo que ambos ya sabíamos—: Ahora te van a trasladar a otro zoológico y a mí, también a otro, pero diferente. Lo nuestro ya no va a poder ser. Yo sólo gruñí y me lamí la pata delantera. Es que aún no dominaba su idioma. La miré con tristeza mientras se la llevaban. Fueron varios días de soledad en esa jaula putrefacta. Me sobresalté cuando vinieron a buscarme. Caminé resignado a través de un puente que me llevaba a un camión. Había una tigresa ahí. Me paralicé cuando me mostró los dientes. ?¡Quieta Zaira! ?gritó un hombre. Me gusta esa manera de mirarme que tiene Zaira. A decir verdad, es bastante fea y de no haber sido por el azar de la vida…

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