jueves, 28 de enero de 2016

El evento - Marcelo Sosa, Patricio G. Bazán & Alejandro Sosa Briceño



Nunca nos pusimos de acuerdo con cuáles fueron las circunstancias que desencadenaron el extraño evento, pero sí en que fue el 5 de abril cuando todas las gallinas del pueblo comenzaron a poner huevos verdes. Recuerdo perfectamente aquella mañana, porque resultaba inusual que Lisandro entrara al boliche a tomarse una ginebra tan temprano.
—¡Verdes y brillantes, como ojos de gato! —repetía consternado, una y otra vez. Pero no fue el único que vino con necesidad de hablar del suceso. Tras él entró Heliodoro. Era un gallo viejo que conservaba la costumbre de desplumarse las patas como en sus años de peleador. Como buen alcalde cantaba las horas para el pueblo y le molestó que se le adelantaran con el cuento y la ginebra.
—Las gallinas no dicen ni "pío", Anacleto asegura que fue el ventarrón de anoche pero
yo he visto sombras saliendo y entrando en todas las casas. Son verdes como ojos de gato— coreó finalmente a Lisandro.
En eso estábamos cuando entró el Perdiz Fuentes en un estado de ebriedad calamitoso. Se arrimó al mostrador y pidió un ajenjo ¡Qué tipo más afrancesado! Lo buscaba la justicia por matón de frondoso prontuario. De una sentada se tomó su licor y nos gritó con sorna: “amigos míos, vengo a entregarme pero sepan que volveré y seré millones.” Ahí fue cuando nos cerró todo y entendimos el tema del mestizaje. En vez del perro nos habían metido la perdiz.


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