viernes, 8 de enero de 2016

Dinámica - Javier López, Ada Inés Lerner & Claudia Isabel Lonfat


Al principio pensé que la impresión de ingravidez tenía que ver con las zapatillas de deporte que acababa de estrenar. Pero, aunque eran bastante cómodas, cuando me las había puesto en casa para salir en absoluto tuve esa sensación que ahora experimentaba y que provocaba en mí un bienestar inexplicable. Tardé poco en darme cuenta de que no eran alucinaciones mías, sino de que algo realmente extraordinario estaba sucediendo: los viandantes, y yo mismo, caminábamos varios centímetros sobre el pavimento. Descubrí que no parecían advertirlo, incluso una anciana con bastón se deslizaba feliz sin tropezar. Si todos estaban conformes e incluso confortables no era cuestión de generar caos e intranquilidad. Parecía no perjudicar y por lo visto nos beneficiaba. La dinámica de poblaciones es el principal objeto de la ecología en particular y la evaluación de las consecuencias ambientales por las acciones humanas. Duró poco ese bienestar, porque con el correr de las horas, la ingravidez se fue acrecentando aceleradamente, y la incipiente felicidad de poseer un cuerpo liviano, grácil, sobre todo para aquellos impedidos por alguna discapacidad, se fue convirtiendo en un problema creciente. Los que pudieron abandonar su bastón o su silla de ruedas, empezaron a flotar como plumas, y el resto, debíamos sujetarnos a objetos pesados, y cuando ni siquiera eso era suficiente, recurrimos a los autos. Ahora todo está por terminar. Hasta los océanos comenzaron a flotar.

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