domingo, 24 de enero de 2016

Encajes antiguos - María Brandt, Coralito Calvi & Luciano Doti



Después de todo ¿para qué lo querría? Era un espejo provenzal, de cristales biselados, imponente, con un marco de rosas labradas. La tía Anselma pasaba horas delante de él, probando vestidos a sus hijas, sobrinas y vecinas. Tenía un gusto exquisito y todo lo que salía de sus manos era armonioso, casi mágico.
—Sí, es eso lo que me molesta, aquí ya nadie usa vestidos de encajes. La tía Anselma me legó esta casa, y hay que modernizarla —decidí.
Mientras resolvía qué hacer con él, cubrí el espejo con una de mis sábanas de raso turquesa, tras lo cual un zumbido espantoso me aturdió hasta provocarme náuseas. Instintivamente retiré la sábana, y el zumbido cesó. ¿Qué estaba pasando?
Corrí a beber un vaso de agua helada y me mojé la cara. Cuando regresé al living, el espejo me devolvió mi imagen envuelta en un espantoso vestido de encaje violeta, color que detesto, y mi estómago se retorció al percibir lo parecida que era en esa imagen a la tía Anselma. Me puse a investigar acerca de los espejos provenzales. Atando cabos descubrí cosas sobre la región de Provenza. Supe que en su capital, Marsella, se originó el Tarot. Me tiré las cartas, y salió “La Sacerdotisa”; representaba a una mujer enigmática, enlazada con la magia: ¿mi tía?
El espejo continuó devolviendo mi imagen con vestidos de encajes, como vaya una a saber cuántas mujeres de mi linaje anteriores a Anselma.


Acerca de los autores:
María Brandt

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