jueves, 5 de noviembre de 2015

Perrorrengo - Rolando José di Lorenzo, Ada Inés Lerner & Luciano Doti


El pueblo de Perrorrengo, era un lugar horrible, nadie lo limpiaba, las calles estaban rotas, faltaban luces en las esquinas, los frentes de las casas con los revoques dañados y despintados. Nadie ponía nada de sí para cambiar la situación, y no era precisamente por falta de fondos. Tenía una fábrica enorme que daba trabajo a más del ochenta por ciento de la población y con eso estaban conformes, pero pasaban por una época de inseguridad grave y eso los acobardaba. Vivían encerrados en sus casas y dentro de sí mismos. Hasta que llegó una pareja de recién casados. Él, Julián, vino a trabajar en la fábrica, y ella, Raquel, buena cocinera, puso un cartelito primoroso ofreciendo vender tortas para diferentes ocasiones. 
El primer fin de semana, una vez instalados, entre los dos limpiaron la calle, la vereda y quemaron toda la basura. Varios vecinos salieron a ayudarlos y les comentaron la situación en el pueblo. En voz baja y con temor de que los escucharan las autoridades decían que aquellos nada podían hacer para mejorar la situación. Julián les propuso reunirse el domingo en su casa, que hablaran con sus amigos y cercanos. Julián terminó de dar la primera mano de pintura a su frente y entró a cenar y a comentar con Raquel las novedades.
Muertos de miedo acudieron ese domingo a la casa de los nuevos vecinos. En la reunión se terminó por acordar que se llevarían a cabo las mejoras. Faltaba decidir con qué fondos y convencer al resto, los ausentes, los que aún elegían el temor.
Los fondos podían ser solicitados a las autoridades, para eso ellos y la fábrica pagaban impuestos. Pero convencer al resto… 
Como los fondos se demoraban empezaron con aportes de sus propias haciendas. De a poquito, al verlos, los temerosos se fueron animando a sumarse a esa movida. 
Un día, las autoridades y los directivos de la fábrica se reunieron en una oficina. Veían con preocupación ese resurgir del pueblo: “la gente está reclamando lo que cree que le corresponde”, “hagamos lo que hay que hacer, pronto será tarde”.
En los días siguientes se sucedieron algunos hechos de inseguridad. La gente volvió a encerrarse temerosa en sus casas. Finalmente, la pareja de recién casados abandonó Perrorrengo.

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2 comentarios:

  1. Una teoría conspirativa parece ser el cuento de triple autor. Y verosimil, lo que es un logro. Felicitaciones a los tres.

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