jueves, 3 de diciembre de 2015

En la superficie de Torxis – Stefano Valente, Nico Gallo & Sergio Gaut vel Hartman


A la mañana del día siguiente al descenso, Waslevix, físico, Holgado, biólogo, la psicóloga Guzmán, y el ingeniero jefe de la expedición, Karamalis, sacaron el vehículo todoterreno y cargaron la pila atómica con doce litros de solución salina de uranio enriquecido. El propósito era recorrer los doscientos metros que separaban la nave del extraño túmulo piramidal para determinar, de una buena vez, si era una formación natural u obra de seres inteligentes. Fueron necesarias pocas horas para montar la batería y Waslevix, tras esperar unos instantes, accionó el dispositivo a neutrones que cebaba la reacción nuclear. En la pantalla se veían crecer los niveles de energía transferidos de la pila a la pirámide a través de aquella extraña cavidad cuadrada que era la única abertura de la instalación. La transferencia había llegado a setecientos megavatios cuando en la pirámide comenzó a vibrar de un modo irresistible, a lo que siguió un zumbido ensordecedor.
—El exilio ha terminado. —El ingeniero rechinó sus dientes de chacal.
—¡Al fin! —La psicóloga parpadeó y cuando volvió a abrir los ojos estos eran amarillos, de felino.
El biólogo movió el largo pico de ibis: —¿Estarán listos?
—Khepri —lo corrigió él; su cabeza era la de un escarabajo. Todos habían podido completar su transformación—. Solo nuestros viejos nombres de ahora en adelante: Anubis, Toth, Bastet... —Y, mientras la pirámide, inmensa, aumentaba de tamaño hasta ocultar las estrellas, añadió—: ¿Listos? Nadie está listo para la llegada de los dioses...

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