domingo, 20 de marzo de 2016

Derecho a saber - Laura Olivera, María Brandt & Koller


“Usted no se da cuenta, pero yo le estoy haciendo un favor. Tómese un minuto para pensarlo: ¿por qué habría yo de presionarlo a tomar semejante decisión? Yo no tengo nada que ganar; tampoco nada que perder. Me limito a hacerle llegar estos tristes hechos porque usted está directamente involucrado y porque creo que tiene derecho a saber. La historia (su historia) juzgará si fue acertado escribirle esta carta. Ahora bien, también es cierto que todo tiene su precio…”
Frené la lectura de inmediato. Me temblaban las manos, el corazón me rompía el pecho. Sentí que mi vida estaba a punto de cambiar para siempre. Debía decidir ahora, si seguía leyendo o tiraba la carta a la basura. ¿Y encima hay un precio? ¿Y mi precio? ¿Y si me entero de algo que no puedo soportar? Tenía que elegir entre la comodidad que me ofrecía la cobardía, o el dolor que trae la luz del saber.
Prendí la hornalla. Y acerqué la ingrata carta. Era agradable ver como ardía. Después quemé las otras cartas de la empresa, y las facturas impagas y después el resumen del banco y los imanes. Era un poco gracioso como se retorcían al quemarse.
Un soberbio espectáculo el fuego.
¿Sabe?, yo soñaba siempre con incendios, de chico quería ser bombero. Con ese hermoso uniforme que usted tiene, soñaba y con salvar vidas. Porque lo importante, es la Vida, oficial. Lo importante es la Vida.

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