miércoles, 16 de marzo de 2016

Bolita – Laura Olivera, Köller & Claudia Isabel Lonfat


Cada tarde, siempre que hubiera sol, Augusto se embutía en su traje de colores y se pintaba la cara de blanco, la nariz de rojo, los ojos de azul. En un parque cualquiera, desplegaba una manta pequeña y se sentaba a tocar la corneta. Así, cada tarde, Augusto se transformaba en Bolita, el payaso. Con una sonrisa cándida, Bolita repartía globos a los niños y danzaba para ellos con torpeza y dulzura; entonces conseguía olvidar su horrible pena de amor.
Desde muy pequeño recuerdo con melancolía la tristeza en la mirada de los payasos, ¿Qué será lo que hay detrás de esas sonrisas dibujadas con lápiz labial?, solía preguntarme cuando mi viejo me llevaba al circo. Quizá sea una de las primeras paradojas que tuve que enfrentar. Ahora que ya soy un hombre, parado frente al espejo mientras observo los tajos que la vida le ha dejado a mi alma, recuerdo la mirada de Bolita y su trompeta ajada. Y también me pregunto por qué habiendo tantos nombres, elegí justamente el de ese payaso lamentable, con su pena de amor.
Siempre supe que la novia de Bolita lo dejó porque él era alcohólico y le gustaba manosear chicos, solo que no lo quise ver, los chicos no pueden ver esas cosas porque no está bien, los chicos son inocentes, son puros. —¿Entendiste Bolita? No me toques… no me toques.

Acerca de los autores:
Claudia Isabel Lonfat
Laura Olivera
Köller

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