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domingo, 1 de noviembre de 2015

El alargue - Sandro Centurión, Alejandro Bentivoglio & Luciano Doti



Solo porque era el partido más importante de su vida, Ignacio Morales aceptó jugarlo ese viernes, a esa hora de la noche. Si todo salía bien, el partido terminaría como siempre a las 23.30. Sin embargo, si acaso se demoraba el inicio, si empataban e iban al alargue o a los penales, entonces la cosa se complicaría.
La cancha de fútbol 5 quedaba cerca. Así que el trayecto lo hizo caminando solo, a la luz de la luna llena que se elevaba majestuosa.
Por esas cosas que tiene el destino, que muchas veces nos juega una mala pasada, el partido comenzó con un poco de retraso. Para colmo, ya desde los primeros minutos, se notaba una gran paridad entre los dos equipos. Cada gol de ellos era respondido por uno de los otros. Para Ignacio, ya flotaba en el aire un aroma a empate, creía intuirlo. Al menos, se fueron al entretiempo con ese resultado y él mirando su reloj. El alargue era ya algo inevitable. Los minutos eran eternidades que se vaciaban en gotas de sudor que caían por la frente de Ignacio.
Luego del descanso, vino la tan temida continuación de lo fatal. La posibilidad de que todo saliese mal. Los goles volvieron a sucederse. El empate estaba tallado en al aire.
Ignacio miró vencido su reloj. Las doce sonaron en su cabeza. Inmediatamente se convirtió en zapallo. Un botín solitario quedó abandonado cerca del área chica.


viernes, 21 de agosto de 2015

El hundimiento - Sandro Centurión, Alejandro Bentivoglio & Luciano Doti


La nave se está hundiendo. Tratamos de encontrar al culpable. La mayoría de los pasajeros parecen tener objetos sospechosamente puntiagudos en sus manos. Excepto nosotros, aunque algunos nos señalan. Quizás porque parecemos demasiado inocentes. Y estamos seguros de que lo somos. 
Sin embargo, los otros también dicen ser inocentes, pese a que el agua está entrando cada vez más rápido y el barco se hunde irremediablemente. Es cierto que podríamos hacer algo, pero la duda de quién es culpable resulta mayor.
El agua se apodera del piso de la nave. A los demás parece no importarles, es evidente que sus sospechas ganan fuerza y consenso. Nuestra suerte está ligada a la tragedia de este misterioso hundimiento. Un hundimiento como otros tantos que ocurren en estos días, en estas latitudes. 
Acaso sólo nosotros queremos evadir lo inexorable. Tal vez se puede escapar del destino, emerger y flotar, a la deriva pero vivos, sobre el agua salada que ahora nos mordisquea las rodillas.
Dirigimos una mirada hacia ellos buscando una explicación. Los pasajeros son instrumentos de un poder superior, su misión se está cumpliendo tal cual lo planificado, y somos nosotros los que podríamos evitar ese final que fue decretado por quien digita lo que pasa en este infierno marítimo. 
Jamás imaginé que los seres mitológicos pudieran ser verídicos, pero lo veo ante mí; cada uno de esos objetos puntiagudos conforma su horquilla. ¡Eres tú el que nos hunde, rey Neptuno!

Acerca de los autores:
Luciano Doti