martes, 20 de octubre de 2015

Langostinos turcos - Claudia Isabel Lonfat, Daniel Alcoba, Sebastian Ariel Fontanarrosa


Santo era muy exigente con sus comidas, solo aceptaba platos gourmet. A cada una de sus amantes, en lugar de joyas o perfumes, le obsequiaba un curso de cocina con algún chef de moda. Luana, por su parte, era una mujer práctica, así que le pidió a Santo un viaje a Turquía para hacer un curso de comida típica, sobre todo el uso de las aromáticas especias utilizadas en ese país. Santo no se pudo negar. 
Un mes después Luana regresó de Estambul entusiasmada por todo lo aprendido; y segura de sí misma. 
Santo Murad, descendiente de un general otomano fusilado por Kemal Ataturk, fiel a su ascendencia turca, añoraba el imperio perdido, de modo que cuando Luana, en la comida del reencuentro, le sirvió langostinos turcos, se emocionó hasta las lágrimas. Y quince minutos después de comérselos tuvo una erección urgente que puso fin a la cena. Para el café de la despedida Luana le sirvió pastellilos sirios y lukums preparados según auténticas recetas arcanas de brujas sopladoras. 
Entre besos y bocados, escuchando Simply Red con su “Si no me conoces ahora”, Santo aceptó viajar con ella a Estambul. 
Decidieron navegar en un yate sobre el Mármara, pero a cada noche los deseos menguaban. Él comenzó a engordar, ella a encerrarse, padeciendo la insufrible metamorfosis de sus piernas. 
Un tormentoso atardecer, el tonelaje de Santo inclinó el yate de tal modo que el naufragio fue inevitable. Ya en las profundidades, Santo estalló en una galaxia de exquisitos crustáceos, los que, a partir de ese momento fueron el sustento para Luana, ahora la única sirena de su harén.

Acerca de los autores:
Sebastián Ariel Fontanarrosa

2 comentarios:

  1. Los turcos no suelen salir airosos de guerras o matrimonios con sirenas.

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  2. Esta coleccion de relatos a tres cabezas también es una auténtica cueva de Ali Babá.

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